viernes, 4 de noviembre de 2011

Capítulo 88


-Flo, Anna, tenemos que hablar los cuatro.
-¿Qué cuatro? - Dice Flo mirando buscando a alguien más. Abro la puerta de mi camerino – ¡Ah, vale! Los cuatro – Pasan a mi camerino y cierro la puerta atracándola con la silla; no quiero visitas inorpotunas. Es un poco pequeño pero perfectamente pueden mantener una conversación cuatro personas adultas (bueno, adultas, lo pondremos entre comillas) como nosotros.
-Entonces es oficial que viene a por nosotros y que eran ellos los que entraron en mi casa – Flo se me queda mirando con cara extraña, ¡es verdad, se me olvidó decírselo!
-¿Me he perdido algo, no?
-Sí, entraron en mi casa mientras estábamos de vacaciones. Sospechábamos de los italianos y su clan y efectivamente, así es.
-Y os dejaron la casa bonita. ¿La viste?
-Claro que la vi. Si raro es que Patricia me consiguiera convencer para irme.
-A ver, vamos a zanjar el asunto por ahora, que tengo que ir a terminar unos asuntos que quedé a medias al recibir la llamada de Patricia. Con esto observamos que tenemos que estar siempre, a partir de este mismo momento, en alerta. En cualquier ocasión puede aparecer y liarla. Mejor estar prevenidos. Y con esto creo que la conversación puede darse por finiquitada.

Estoy bajando otra vez hacia la cafetería. Me temo que se va a volver a repetir el acontecimiento ocurrido hoy en la cafetería. El sonido del teléfono móvil me saca de mis pensamientos. Contesto
-Nene, ¿que tal está Patricia? - Me dice con una voz agradable, la suya.
-Mejor, pero qué raro tú preocupándote de esa forma por ella.
-¿Por qué te tiene que parecer raro?
-No se, ¿quizá porque hace un par de días la estabas insultando y diciendo que lo único que quería era alejarme de ti?
-La gente cambia y piensa y recapacita. Me he dado cuenta, después de conocerla mejor, que si que es verdad lo que dices, que a ella si que le da un poco igual lo que haya entre nosotros. Ya me quedó bien claro el día de la barbacoa en casa de tu jefe, que estuvimos hablando un buen rato, que tú eres como su hermano y que lo que quiere es que seas feliz – Esas palabras me consuelan, pero, por otro lado, en el fondo, no eran las palabras que yo esperaba aunque las que espero que lleguen en algún momento de la vida no deben salir de su boca sino... ¡Daniel Martínez, te dijiste que ibas a intentar no volver a pensar en ella! Sí, señores, me autoriño, si sigo pensando en ella no podré sacármela de la cabeza nunca! - ¿Qué te parece? - ¡Ah, que me estaba hablando! Debo dejar de irme tanto por las nubes.
-El qué... estaba en otra cosa.
-Que si me acompañáis el próximo finde al pueblo a ver como va la casa y a pasar el finde.
-¿Quienes?
-Patri y tú. También viene Raúl – No debería decir nada mientras no hable con Patri, pero yo voy a decirle por mí, con Patricia ya que hable ella.
-Por mí vale, con Patricia díselo tú si quieres, así ve que te has preocupado por ella y no te he dicho nada yo.
-Ah, vale. Luego nos vemos

1 comentario:

  1. uuuh esta lara, esta lara... jajaj Y con los italianos esto se pone de lo mas ineresaante! jajaj SIGUIENTEE

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