-Flo, Anna, tenemos que hablar los
cuatro.
-¿Qué cuatro? - Dice Flo mirando
buscando a alguien más. Abro la puerta de mi camerino – ¡Ah,
vale! Los cuatro – Pasan a mi camerino y cierro la puerta
atracándola con la silla; no quiero visitas inorpotunas. Es un poco
pequeño pero perfectamente pueden mantener una conversación cuatro
personas adultas (bueno, adultas, lo pondremos entre comillas) como
nosotros.
-Entonces es oficial que viene a por
nosotros y que eran ellos los que entraron en mi casa – Flo se me
queda mirando con cara extraña, ¡es verdad, se me olvidó
decírselo!
-¿Me he perdido algo, no?
-Sí, entraron en mi casa mientras
estábamos de vacaciones. Sospechábamos de los italianos y su clan y
efectivamente, así es.
-Y os dejaron la casa bonita. ¿La
viste?
-Claro que la vi. Si raro es que
Patricia me consiguiera convencer para irme.
-A ver, vamos a zanjar el asunto por
ahora, que tengo que ir a terminar unos asuntos que quedé a medias
al recibir la llamada de Patricia. Con esto observamos que tenemos
que estar siempre, a partir de este mismo momento, en alerta. En
cualquier ocasión puede aparecer y liarla. Mejor estar prevenidos. Y
con esto creo que la conversación puede darse por finiquitada.
Estoy bajando otra vez hacia la
cafetería. Me temo que se va a volver a repetir el acontecimiento
ocurrido hoy en la cafetería. El sonido del teléfono móvil me saca
de mis pensamientos. Contesto
-Nene, ¿que tal está Patricia? - Me
dice con una voz agradable, la suya.
-Mejor, pero qué raro tú
preocupándote de esa forma por ella.
-¿Por qué te tiene que parecer raro?
-No se, ¿quizá porque hace un par de
días la estabas insultando y diciendo que lo único que quería era
alejarme de ti?
-La gente cambia y piensa y recapacita.
Me he dado cuenta, después de conocerla mejor, que si que es verdad
lo que dices, que a ella si que le da un poco igual lo que haya entre
nosotros. Ya me quedó bien claro el día de la barbacoa en casa de
tu jefe, que estuvimos hablando un buen rato, que tú eres como su
hermano y que lo que quiere es que seas feliz – Esas palabras me
consuelan, pero, por otro lado, en el fondo, no eran las palabras que
yo esperaba aunque las que espero que lleguen en algún momento de la
vida no deben salir de su boca sino... ¡Daniel Martínez, te dijiste
que ibas a intentar no volver a pensar en ella! Sí, señores, me
autoriño, si sigo pensando en ella no podré sacármela de la cabeza
nunca! - ¿Qué te parece? - ¡Ah, que me estaba hablando! Debo dejar
de irme tanto por las nubes.
-El qué... estaba en otra cosa.
-Que si me acompañáis el próximo
finde al pueblo a ver como va la casa y a pasar el finde.
-¿Quienes?
-Patri y tú. También viene Raúl –
No debería decir nada mientras no hable con Patri, pero yo voy a
decirle por mí, con Patricia ya que hable ella.
-Por mí vale, con Patricia díselo tú
si quieres, así ve que te has preocupado por ella y no te he dicho
nada yo.
-Ah, vale. Luego nos vemos
uuuh esta lara, esta lara... jajaj Y con los italianos esto se pone de lo mas ineresaante! jajaj SIGUIENTEE
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