sábado, 6 de agosto de 2011

Capítulo 41

No soy capaz de comer ni una galleta más, no soporto que él esté enfadado, y mucho menos si es por mi culpa, mañana se va a Italia con unos amigos y no quiero que se vaya así. Me levanto de la mesa, apago la televisión y voy a su habitación. Llamo a la puerta.

- Dani...

- No estoy – Me corta – No hay nadie

- Si no hubiera nadie no contestaría nadie, pazguato

- Pues hazte la idea que te está hablando el aire

- Pues aire, ábreme

- Estoy apagado o sin cobertura

- Pues busca una torre de señal telefónica o enciéndete, tengo que hablar con Daniel Martínez y nadie me lo va a impedir.

- Deja el mensaje, así se entera

- Quiero decirle que sí, que le creo y que no quería que se molestara con lo que he dicho, que si está celosos o no me da igual, aunque si lo está no tiene motivo, qué es más que mi mejor amigo, que es como mi hermano y no me perdonaría que estuviese enfadado conmigo. Quiero decirle que si he hecho algo mal que me lo diga y me perdone y que le quiero – Esto último lo digo en un susurro casi inaudible pero creo que me ha escuchado. Abre la puerta y me abraza – Lo siento si te he hecho daño

- Lo siento yo también por comportarme como un niño pequeño, es verdad que no tengo motivo alguno de estar celoso, se que no tienes nada que ver con él y si te acompañó al casino fue porque yo no quise ir contigo, lo que pasa es que al verte con ese vestido... pensé cosas que no eran. Estuve toda la noche comiéndome el tarro de qué estaría pasando y por eso estuve todo el tiempo llamándote, no se si te sentirías agobiada o controlada, si fue así lo siento mucho. Estaba preocupado, pero no creas que era solamente por Rivera, era por todo, me acordaba de lo que pasó en el pasillo y lo que podría haber pasado si no me hubieran llamado y tú no te hubieras ido y me hervía la sangre de pensar que alguien te pudiera hacer algo. Creo que por mi condición humana conozco bastante bien a los tíos – Se ríe – Y te puedo asegurar que algunos, simplemete pasandoles por la cabeza la mitad de lo que se me paso a mí en ese momento, no se hubieran resistido. Además después de saber como son los que ahí juegan y, sobre todo después de saber que estaba Vasile...

- Sí, lo sabes bien, a quién parece que no conoces es a mí, sabes que nunca dajaría que me hicieran nada, que tengo mis principios y cursos de defensa personal también.

- Espera si te cogieran entre unos pocos, a ver si te escapas de ahíPero que crees, que no me los quitaba de encima como a moscas? ¿Que no tuve que soportar “piropos” tipo albañiles/camioneros provenientes de todos los hombres de allí, que aunque estuvieran sus mujeres junto a ellos no se cortaban? Solo tienes que confiar en mí, además estaba Rivera a modo de guardaespalda. Dime, bueno no me digas, prométeme que no vas a desconfiar de mí nunca más.

- I promise you – Sonríe y me abraza, un abrazo largo – Te prometo que nunca voy a ponerme así por una tontería semejante y confiaré en ti si tu también me prometes que confías en mí – Se separa y me mira a los ojos – Yo nunca sería capaz de intentar controlarte, tú eres libre de hacer lo que quieras con quien quieras y sobre todo si me dices que no tengo de qué preocuparme, yo solamente me preocupo por tu bien.

- Lo prometo


2 comentarios: