lunes, 1 de agosto de 2011

Capítulo 31

Hablando de Anna, tengo que decirle si quedamos para que me ayude. Saco el móvil y le escribo un mensaje:

“Anna, pueds qdar mañana dspués dl programa, bss”

Dani aparta la vista de la ventana y me mir

- ¿A quién escribes?

- A Anna, para decirle si podemos salir mañana, tengo que comprar unas cosas y me gustaría que me acompañase, cosas de chicas, ya sabes – Se vuelve a poner los prismáticos en los ojos, yo hago lo mismo. Vamos hablando de vez en cuando pero le estoy prestando mucha atención sobre todo a como van vestidas las chicas que acompañan a los hombres – Si quiero pasar desapercibida al entrar tendría que ir con alguien. Además, tampoco sabemos muy bien qué es lo que hace ahí dentro

- ¿Qué hace? Jugar apostando dinero, como los demás, pero a mí no me metas, tengo una reputación que cuidar y ya sabes como son los estebaneros – Así llama él a los periodistas de la prensa del corazón

- Cari, ya se que hará lo que se hace en un casino, pero necesito saber más o menos el tiempo que está y donde, si se va a la cafetería, que supongo que sí. Necesito saber sus pasos dentro del casino para poder seguirlos.

- Yo ya te he dicho que ahí no voy a entrar, además, cuando tu pretendes hacer eso yo estoy en Italia, el viaje ya está pagado.

- No te estoy diciendo que vengas tú – En realidad si me hubiera gustado que fuese él pero desde el principio supuse que iba a decir que no, así que desde que llegué aquí me fui echando otras cuentas, que espero que me funcionen. No creo que Rivera diga que no si se lo propongo – Se lo voy a comentar a Rivera – Creo que Dani ya va aceptando que esté en el grupo aunque no del todo. Se que le molesta bastante pero lo disimula, sabe que no tiene otra opción. De repente se pone de pie aún con los prismáticos ante sus ojos y los ajusta bien.

- ¿Qué hace el inspector ahí? - Dice asombrado y confuso a la vez, no espera respuesta pero yo se la doy.

- Dani, ese es Andrea Vabaragio, aunque tú no me creas – Saco una cámara que hay dentro de la caja – Toma, haz fotos, se las enseñas a Rivera y ves como tengo razón o no.

Coge la cámara y hace un par de fotos. La cámara es de las profesionales y hace unas fotografías muy nítidas aunque sea con mucho zoom.

- ¡Me siento sucio! – Dice frotándose los brazos con las manos tras hacer un par de fotos – Estoy haciendo lo que no quiero que hagan conmigo, pero peor, porque a mi no me pagan

- No pienses en ello ahora. Además, tampoco es lo mismo. Ellos las hacen para venderlas a alguna revista para que todo el que la lea sepa la vida de esa persona y tú las estás haciendo para una investigación sobre italianos adinerados y con ganas de joder la marrana a los demás. ¿A qué no te sientes igual ahora?
- La verdad es que no, tienes razón, lo nuestro sería mas por... ¿rencor?

Seguimos muy pendientes a los dos italianos que están en la puerta del casino. Parece que están esperando a alguien más y parece que se retrasa por como miran con tanta desesperación el reloj, me viene a la mente el conejito de Alicia en el país de las maravillas y me río.

- ¿¡Qué pasa!? – Me dice mirándome cuando me río

- Nada, que he visto a esos dos mirando tanto la hora que me ha venido a la mente el conejo de la película de Alicia en el país de las Maravillas – Él también se ríe. Hablando de hora, ¿qué hora es? Son las diez y cinco de la noche. Dani está distraído con su móvil y yo sigo mirando por la ventana. De repente veo un coche que se para delante del casino, junto a los dos italianos - ¡Dani, mira!

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