miércoles, 26 de octubre de 2011

Capítulo 84


Gira la botella, y sigue girando. Por un momento no quiero que pare pero sé que lo va a hacer. Va parando. ¿En quién recaerá el “poder” de la botella? En mí no, por favor, que me termino de morir definitivamente. Me he muerto, os invito a todos a mi funeral. Lo que me resucita es la cariñosa mirada de Lara como diciéndome que no pasa nada, pero...¿por qué a mí me “da permiso” y a María no le ha prestado ni la más mínima intención? No lo entiendo.
-No me hago responsable de lo que pase – Digo haciéndome la chulita. Todos se ríen, todos excepto el primero que se debería haber reído que ya está un poco adelantado, pero quieto. Mira hacia atrás, hacia su novia y al verla sonreír ya lo hace él también. A ver, esto es un juego, nadie tiene que tomárselo a mal. Se acerca, despacio pero se acerca, yo tengo la típica posición de morritos, aguantando la risa pero, en fin – Vamos, hijo, que no tenemos to'a la noche. Veo a Lara que se levanta y empuja a Dani hacia mí.
-Chato, la hora.
-Vale, vale, no me estreses, con calma – Nos acercamos más y por fin me besa. Un pico, rápido, como el de los demás, la primera ronda la hacemos así y luego ya un poco más. Pero vayamos por partes. Ahora me toca tirar a mí, bueno, María, pasable.


El dichoso despertador, es la señal de que hay que volver al trabajo, hoy hacen rueda de prensa y me toca a mi quedarme a cargo de la cafetería, ¿quién me mandaría firmar las vacaciones solo hasta el día 1 de septiembre? Miro el reloj, en realidad no se ni a que hora lo puse. Vale, las 9:47. Ya empezamos con la rutina de cada mañana desde el año pasado. Me levanto y me dirijo a la habitación de Dani, aunque no se si estará; ayer, cuando me dormí, todavía no había llegado. De todas formas voy. Llego y doy los dos golpecitos reglamentarios a la puerta.
-Voy – Abre a puerta – Hoy me he dado prisa. Por cierto, siento lo de anoche, me olvidé de coger el móvil y Lara no se lo llevó, y cuando llegamos a su casa era ya muy tarde para llamarte, de verdad, disculpa.
-No tienes nada de qué disculparte, me lo supuse. Es normal que quieras quedarte algunas noches allí. Y no hace falta que me digas nada.
-Sí, sí hace falta. Bueno, vamos a desayunar o no – Vamos a la cocina y empezamos a desayunar
-Bueno, ¿y qué tal la cena?
-Bien, normalita, creo que no nos reconoció nadie y si lo hizo no dijo nada, así que, por lo menos fue tranquila, aunque, siendo franco, a ella lo de tranquila no le vale. ¡y luego dice de mi! ¿Y qué tal tú? ¿Rollo Anna, no?
-Pues sí, tirá en el sofá con un ojo en la televisión y otro en twitter... una noche tranquila también, me fui a dormir temprano, estaba cansada y como hoy empezamos pues es mejor ir sin sueño. Y ya te pudiste aplicar tú también el cuento.
-Sí nos recogimos pronto, no eran todavía las 2 y media cuando llegamos a su casa. Ella hoy también trabaja.
Seguimos hablando y cuando nos queremos dar cuenta ya estamos en el coche. Si es que con las conversaciones que nos cogemos se me pasa el tiempo volando.

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