domingo, 4 de septiembre de 2011

Capítulo 49

No se que decirle a mi padre
- Ave, por qué no puede... - Le digo, es lo único que se me ocurre decir
- Entré esta mañana temprano a tu cuarto al ver la luz encendida y no contestarme nadie cuando llamé. No observaste que la luz estaba apagada cuando te levantaste? - Ui, nos pilló. Se ríe - Se os veía tan a gusto dormidinos que no quería despertaros - Me muerdo el labio -No pasa nada, se veía que no había pasado nada, y si hubiera pasado no tengo por qué metemerme, es tu vida. De toda formas será mejor que tu madre no lo sepa, ambos sabemos como es.
- Ya lo sabrá, papá, la puerta de la habitación de Dani estaba habierta. Cuando se levantó mamá tuvo que haber visto cuando se levantó que él no estaba
- Lo ha visto, sí, pero como yo ya sabía lo que pasaba y le puse una escusa, sobre todo para que me dejara en paz a todos - Miedo me da, conozco yo las escusas de mi padre.
- ¿Puede saberse que le dijiste? Que conociéndote eres capaz de decir cualquier cosa - Se ríe bajito, pero le oigo.
- Tampoco es para tanto, le dije que había salido hacía un rato, pero como no se levante ya creo que la escusa no va a valer para nada, tu madre debe de estar al llegar.
- Ya me encargaré yo de que todo salga a la perfección - Me voy corriendo a la habitación. Cuando pongo la mano en el picaporte de la puerta ésta se abre desde dentro - Dani, corre ponte el chándal y mójate un poco, que parezca que vienes de correr.
- Qué pasa con tantas voces - Dice frotándose los ojos.
- Mi madre ha visto que no estás en tu habitación y mi padre, que sabía que estabas aquí le ha dicho que no estabas en casa para escusarnos a los dos, ahora se supone que deberías estar en la calle, que ella se crea eso o no depende ahora de nosotros, sobre todo de ti. Así que vístete rápido - Cierro la puerta de la habitación en sus narices, creo que literalmente, porque se queja. Bien, esa es la mía, la abro.
- Si no me dejas salir no se como me voy a vestir, peque - Sonríe y se va a su cuarto. Al minuto aparece en el pasillo con las zapatillas y las calzonas de deporte y una camiseta de manga corta que creo que es casi imposible que tenga más arrugas. Va hacia el salón seguido por mi - Buenos días, en un rato vengo, no me gusta mentir así que voy a hacer que la escusa no sea una escusa - Sale por la puerta. Este es capaz de ponerse a correr ahora con tal de no mentir, como odia tener que mentir, en realidad yo también. Me rugen las tripas así que mejor me voy a desayunar. Han pasado ya unos veinte minutos desde que Dani se ha ido y oigo la cerradura de la puerta, mi madre. Se abre al puerta de la casa - ¡Mirad al deportista que me he encontrado por el camino! - Aparece mi madre y detrás de ella Dani, jadeando. ¡Si es que no está acostumbrado a correr!

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