miércoles, 7 de septiembre de 2011

Capítulo 53 (primera parte)

Arturo es el menor de cinco hermanos. Hilario, su padre, era y sigue siendo pastor y, Montaña, su madre, maestra en la escuela. Cuando éra pequeño siempre se venía con nosotros por las tardes ya que su hermano Antonio, Tony como le decíamos todos, tenía que cuidarle porque los demás trabajaban y era la condición para que pudiera salir a dar una vuelta con los amigos.  Era un niño graciosísimo, me acuerdo que, no tendría más de 5 años, cuando iba con su padre al bar de mi tío algunas tardes y se ponía a entretener a todos los que estuvieran contando chistes . A lo mejor los chistes en sí no hacían ni pizca de gracia, pero era verle ahí, con la lengua trapo que le caracterizaba y que se le quitó a los ocho años, y se te salía una sonrisa de la boca aunque no quisieras, aunque tuvieras uno de esos típicos días perros que no te apetece en absoluto encontrarte con nadie, que vas al bar a tomarte una cerveza y así te olvidas de todo el mundo por unos minutos, aunque estuvieras así, te reías. Cuando se empezó a venir en nuestro grupo tenía nueve años y teníamos que estar todos con un ojos puesto en él porque siempre estaba intentando hacer algo, un día cambió todos los huevos del gallinero de un vecino por huevos falsos, esos que se comprar en las tiendas de artículos de broma, pobre Facundo, el cabreo que se cogió corriendo tras el niño con la bara en la mano y nosotros corriendo tras él para que no le hiciera nada. Cada vez que recuerdo a Arturo lo hago haciendo alguna trastada o broma. Normalmente era el centro de atención de todas las fiestas y reuniones por su atrevimiento y "echao pá lante" que le daba igual lo que pensara la gente, pero con el paso del tiempo la timidez se empezó a hacer sentir en él. Ya no bromeaba tanto y era mucho más tranquilo, solo sacaba su verdadera identidad en círculos cerrados formado por su familia o por los amigos más cercanos. Ya no era el Arturo de siempre, ya no era el niño que nos alegrabas con sus chistes malos o sus ocurrencias de bombero jubilado. Sus padres y toda la gente del pueblo que le conocían bien decían que era porque había madurado y sentado la cabeza, pero yo nunca me creí eso que decían ni me lo creo,siempre me contaba a mí todo, tanto él como el hermano tenían mucha confianza en mí, y yo se perfectamente que era lo que le pasaba. Para él, sus amigos éramos nosotros y nunca quería saber nada de sus compañeros de clase, para él ellos solo eran eso, sus compañeros de clase, los cuales trataba porque no tenía más remedio. Eso a ellos no les gustaba en absoluto y por rencon, supongo que sería, empezaron a meterse con él. Empezaron diciendo que si se creía el gracioso de la clase y cosas por el estilo y acabaron dejándole en ridículo, hasta que decidió cambiar de instituto, ahí las cosas empezaron a ir mejor, o no.

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