martes, 20 de septiembre de 2011

Capítulo 62

Noto mi movil vibrando en el bolsillo. Lo saco y miro la pantalla. Rivera me acaba de mandar un mensaje de texto. ¿qué querra? Leo el sms
"Llamam cuando puedas"
¿Pasará algo? Le hago un gesto a mi tío para que me disculpe y me levanto de la silla para dirigirme a una zona del local no muy transitada. Me apoyo en la pared y pulso las teclas para llamar al hombre que ha conseguido que sacara mi valentía. Mientras oigo los pitidos de espera observo la zona en la que estoy establecida. Es un rincón más oscuro que lo demás ya que la luz de la lámpara del techo se ha fundido. Por lo demás no hay mucho que describir, es el típico bar de pueblo que hace varios años que no se pintan, con los cuadros de los toros y con una foto de Calderón, el jugador de baloncesto, firmada. Eso es lo que se diferencia sin duda alguna del resto de las decoraciones de la pared. Está perfectamente enmarcada con un cristal siempre reluciente (ya se encarga mi primo de que lo esté). Rivera coge el teléfono.
- Buenos días Rivera, ¿pasa algo?
- ¡No esperaba que me llamaras tan pronto!
- Llevo levantada un buen rato. Dígame, ¿qué ocurre? ¿Es algo malo?
- No, no, en absoluto. Es para contar-relatar-narrar como va la situación con nuestro caso - Me hace gracia cuando se pone a decir varios sinónimos seguidos, me recuerda cuando Dani remeda a Jordi Gonzalez. - Si quieres, claro. Si no quieres no pasa nada.
- ¡Como no voy a querer! ¿Dónde se encuentra?
- Ahora mismo en Barcelona, en el aeropuerto. Vabaragio va a tomar un avión privado hacia Italia, y todo apunta que, junto a él, irá Vasile. Gracias a una antigua licencia mía, ya te explicaré de qué, he conseguido hacerme pasar por un miembro de la tripulación para tenerle más controlado. A todo esto, coméntale a Daniel que evite en todo lo posible hablar con alguien por su teléfono móvil. Todas las pruebas apuntan que le han conseguido pinchar la línea y que si e permite un consejo que lo dé bloqué el número. No me extrañaría en absoluto que lo jackearan. Tú también deberías cambiar de número por si acaso.
- De acuerdo Rivera, tiene razón con lo del número. Esta tarde, cuando vaya a Cáceres compro una tarjeta y le mando un sms diciéndole que soy yo.
- Me parece buena idea. Bueno, te dejo, que me convocan. Saluda a Daniel.
- Claro, adiós

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