sábado, 31 de diciembre de 2011

Capítulo 120


Pasamos un buen rato allí con nuestros amigos y la chica que nos ha presentado David. Por lo visto se conocieron en la universidad y en ese entonces tuvieron algo, pero que, al acabar la carrera ella tuvo que volverse a su tierra, que exactamente no ha dicho de donde es. Suena mi móvil que ya lo le he quitado el silenciador, ya no pasa nada si me suena. Salgo del salón, prefiero hablar un poco más a solas
-Dime Miki
-Dice Anna que vengas cuando puedas, que quiere hablar contigo sobre una cosa, no me ha querido decir sobre qué es. ¿Qué le digo?
-En un rato estoy allí, lo que tarde en llegar.
-Vale, oye, ni se te ocurra venir con Daniel, que te conozco y con la excusa de “no cojo el metro” te lo llevas a todos lados. - Dice Miki con un tono desafiante
-Descuida, está ocupado, no creas que no va porque no quieres que vaya, sino porque no puede, tiene ahora unas movidas que hacer. Yo estoy con Raúl asi qeu si no tienes inconveniente de que vaya él llego en unos minutos.
-Hasta luego – Cuelga y le doy a Raúl un golpecito en el brazo
-Nene, me acaba de llamar Miki, dice Anna que quiere verme. ¿Me llevas?
-Sí claro, voy al baño y nos vamos.
-Vale. Bueno Aitana, pues un placer haber hablado contigo, a ver si lo repetimos otro día, me has caído bien – Se ríe levemente.
-Tú a mí también. Por cierto, ya que estabais hablando de Anna, ¿Simon? - Hago un gesto de afirmación con la cabeza - ¿Cómo se encuentra? Me habían dicho que ha tenido un accidente. ¿Está bien?
-Bueno, sí, bien dentro de lo que cabe, claro está ya que no deja de haber sido un accidente y una caída y las caídas conyevan algo, pero después de todo tampoco está tan mal, las he visto peores, desde luego ha tenido mucha suerte de que hayan sido solo contusiones no muy graves, nos dijo el médico. Bueno, aunque la pérdida del bebé...
-Eso tiene que ser un golpe muy duro, la pérdida del bebé, no el golpe en sí.
-Ya, si te entiendo – Raúl aparece por la puerta del salón terminándose de subir la cremallera del pantalón – Por cierto, muchas gracias por preocuparte – Sonríe – Bueno, gente, nos vamos. Adios
-Adios – Oigo decir a coro mientras nos vamos alejando.
-¿Seguro que están bien? - Me dice Raúl cuando paramos en un semáforo agarrandome la barbillla haciendo que nuestras miradas se crucen. - ¿Necesitas que hablemos o algo? Ya dijimos al principio que íbamos a hablar de los problemas que tuviesemos porque no quieres que te pase lo mismo que te paso con tu último ex, que no quieres ningún tipo de malentendidos, que es mejor comentar las cosas y que así aumentaría la confianza. Eso último lo dijiste tú. - Cierto, yo dije eso. El semáforo cambia de color.
-Verde. Hay cosas que no son del todo fáciles de explicar sin decir nada. Hay cosas que no se pueden contar ni siquiera a la persona que más quieres. Pero descuida, no hay ningún problema que afecte a nuestra relación siempre y cuando confíes en mí.
-Sabes bien que yo confío en ti, que un “descuida” tuyo hace que yo me vuelva a mi mundo, metafóricamente hablando, lo que quiero decir es que no me preocupo. Yo lo que espero es que tú hagas lo mismo.
-Si yo no lo hiciera no exigiría ni te pediría siquiera que lo hicieses tú. Yo no soy de esas que van exigiendo cosas que luego ellas son las primeras en olvidarlas y no cumplirlas, solo aparentar que las cumplen. ¿Sabes a lo que me refiero?
-¿Sí, al prototipo de esposa perfecta, no?
-Por ejemplo – Sin habernos dado ni cuenta ya hemos llegado al hospital – Luego, si quieres, vamos a tú casa y seguimos hablando, aunque no creo que haya mucho más de que hablar sobre esto.
-Como quieras – Entramos en el hospital y subimos las escaleras hasta el piso en el que se encuentra la habitación de nuestra amiga. Comiendo está – Que aproveche, cuqui.
-Gracias Raúl. ¿Chicos, nos podéis quedar un momento a solas a Patri y a mí, que tenemos que hablar? - Los chicos se van y nos quedamos ella y yo solas en la habitación - ¿Me puedes ayudar con el filete? - Me siento a su lado en la cama y le corto los filetes. Como está con el brazo inmovilizado no puede hacerlo ella sola, directamente, excasamente puede comer ella sola. - Lo primero Patri, siento lo de esta mañana. Sí que me acuerdo, lo que pasa es que no me quiero acordar. Prefiero que los demás se piensen que no me acuerdo para que no hagan preguntas. Pero no le digas nada a Miki por el momento, ya se enterará cuando pase un tiempo. Él está mal emocionalmente, incluso peor que yo. Él lo había dejado todo por esa criatura y al menos intenta ahora poner buena cara al estar conmigo porque como supuestamente yo no me acuerdo de lo del niño... pues por qué va a estar él triste por eso. Al menos eso no me entristece más – Con el olor de los filetes, que huelen genial, y que apenas he comido algo en toda la mañana, me está entrando un hambre... Anna creo que lo nota – Coge un cacho, si yo no tengo mucha hambre – Sonrío y cojo un trozo de filete. Pues sí que está bueno – Y otra cosa. ¿Se sabe algo de esos dos tipos que me empujaron? ¿Trabajan para los italianos, verdad? ¿Se sabe algo de los italianos?
-La policía está avisada, en respuesta a la primera pregunta; estoy segura de que sí, a la segunda; y sí a la tercera. Hoy hemos estado a punto de capturarles a todos por fin gracias a la colaboración conjunta con la secreta, pero por su culpa se ha fastidiado todo – Empiezo a contarle todo lo ocurrido por la mañana: lo de la policía, lo de las fotos de Nacho y Cristina, el lío en el descampado, la movida de después con Rivera y Nacho vestidos de policías... vamos, todo el rollo. Mientras tanto ella va comiendo y se le ve entretenida porque para no tener hambre lo bien que me está comiendo la niña

No hay comentarios:

Publicar un comentario