-¿Qué te
pasa? - Me dice Raúl cuando vuelvo a entrar dándome un abrazo.
Necesitaba ese abrazo.
-No se si es
buena idea que Dani se vaya. - Ahora me va a pregunta, sé bien qué
me va a preguntar por qué digo eso. Patri, ahora a pensar una
respuesta idónea
-¿Por qué
lo dices? - Sabía que lo iba a preguntar y todavía no se qué
respuesta darle
-Movidas –
Contesto sin pensar
¿Quieres qué
hablemos? - Muevo la cabeza hacia arriba y hacia abajo afirmando. Me
agarra la mano y me lleva al sofá. Se sienta y me hace un gesto para
que me siente junto a él - ¿Qué pasa para que esté de la manera
que estás, que parece que se te ha muerto el canario? - Sonrío, eso
me ha hecho gracia. - ¿He hecho algo que te haya molestado? Dime lo
que sea que pase y quizá entre los dos podremos arreglarlo
-No es lo que
tú dices cariño, lo que pasa es que... no se, la situación no es
del todo fácil. No solo es lo de Anna, son problemas que tengo yo y
no puedo contar a nadie. Hay algo que me encantaría contárte y
poder sacar toda la... angustia, por decirlo de alguna manera, que
llevo dentro. Pero no puedo, hay tantas cosas que se yo que no puede
saberlas nadie más... tengo demasiado peso encima y el que todavía
no ha llegado. Me siento mal, me siento con ganas de que todo esto
acabe ya, que llegue el nuevo año y el 2011 se quede atrás, con sus
problemas y 2012 venga con las soluciones de los esos problemas que
quiero dejar atrás. Quiero que todo se solucione, quiero volver a mi
vida normal, contigo sin tener que pensar en desgracias humanas con
acento italiano de las que hay que librarse. Cuando todo esto pase ya
te contaré todo si quieres desde el principio, con pelos y señales,
con representaciones gráficas y todo, pero por el momento confía en
mí y en el destino y reza todo lo que sepas para que se acabe lo
antes posible. Solo cuando eso ocurra podré estar relajada por fin y
feliz.
-¿No eres
feliz conmigo? - Me dice con algo de frustración en su voz.
-No he dicho
eso. Claro que soy feliz contigo, pero no puedo estarlo con todos los
problemas que tengo rondándome la cabeza. Sé más o menos quienes
eran los que asaltaron a Anna y a Miki en el callejón, para quién
trabajan, sé por qué lo hicieron. Raúl, tengo que estar con dos
ojos mirando hacia delante y veinticinco por lo menos mirando hacia
mis espaldas, estoy las 24 horas del día en alerta sabiendo que en
cualquier momento pueden venir y hacerme algo. Tengo miendo, sobre
todo desde anoche, cuando comprobé que son capaces de hacer daño
con el fin de quitarnos del medio – Raúl me está mirando con una
cara de “yo me he perdido algo y no me entero de ná”.
-¿Son
capaces quienes? - Siento que se me están empezando a escapar las
lágrimas de los ojos, pero no quiero que salgan pero no puedo
controlarlas
-Gente, Raúl,
gente mala, perversa con ganas de revancha y llenas de rencor que no
dudan en hacer mal para sentirse ellos bien. -Caen las lágrimas por
mis mejillas - Yo te juro que en cuanto me dejen te cuento todo
-Shhhh, no
llores. Nada ni nadie merece que tus lágrimas salgan de su casa.
-Déjame
llorar, lo necesito. Es que si tuvieras una ligera idea de lo que
está pasando... ¡te irías por miedo! - Le digo entre suspiros. Me
vuelve a abrazar. Este abrazo me tranquiliza muchísimo, creo que las
lágrimas dejan de brotar de mis ojos – Tienes razón, nada ni
nadie merece que yo esté así – Se levanta, coge un vaso de la
cocina y abre el grifo para echar agua. Pero yo no quiero agua. Lo
que necesito es olvidarme de todo por un rato y sé como.
-Bebe un poco
de agua, te vendrá bien – Me tiende el vaso, lo cojo y lo pongo
encima de la mesa. Me acerco a él y le agarro por la camisa.
-No quiero
agua, quiero otra cosa y también me lo puedes dar tú. Necesito
olvidarme de todo por un rato y hay una manera de hacerlo. - Mientras
efectúo la frase le voy desabrochando los botones de la camisa y al
terminar le beso efusivamente, un beso lleno de deseo. Ha pillado al
vuelo lo que quería decirle. Mira hacia arriba. ¡Escaleras, no! Me
pasa un brazo por los hombros y el otro baja a la parte trasera de
mis rodillas haciendo que estas se flexiones y caiga todo mi peso en
sus extremidades superiores. Mmmm, escaleras. Con que facilidad
cambio de idea. Subimos y me tumba en la cama.
-¿Segura?
-Segurísima
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