sábado, 31 de diciembre de 2011

Capítulo 124


-¿Qué te pasa? - Me dice Raúl cuando vuelvo a entrar dándome un abrazo. Necesitaba ese abrazo.
-No se si es buena idea que Dani se vaya. - Ahora me va a pregunta, sé bien qué me va a preguntar por qué digo eso. Patri, ahora a pensar una respuesta idónea
-¿Por qué lo dices? - Sabía que lo iba a preguntar y todavía no se qué respuesta darle
-Movidas – Contesto sin pensar
¿Quieres qué hablemos? - Muevo la cabeza hacia arriba y hacia abajo afirmando. Me agarra la mano y me lleva al sofá. Se sienta y me hace un gesto para que me siente junto a él - ¿Qué pasa para que esté de la manera que estás, que parece que se te ha muerto el canario? - Sonrío, eso me ha hecho gracia. - ¿He hecho algo que te haya molestado? Dime lo que sea que pase y quizá entre los dos podremos arreglarlo
-No es lo que tú dices cariño, lo que pasa es que... no se, la situación no es del todo fácil. No solo es lo de Anna, son problemas que tengo yo y no puedo contar a nadie. Hay algo que me encantaría contárte y poder sacar toda la... angustia, por decirlo de alguna manera, que llevo dentro. Pero no puedo, hay tantas cosas que se yo que no puede saberlas nadie más... tengo demasiado peso encima y el que todavía no ha llegado. Me siento mal, me siento con ganas de que todo esto acabe ya, que llegue el nuevo año y el 2011 se quede atrás, con sus problemas y 2012 venga con las soluciones de los esos problemas que quiero dejar atrás. Quiero que todo se solucione, quiero volver a mi vida normal, contigo sin tener que pensar en desgracias humanas con acento italiano de las que hay que librarse. Cuando todo esto pase ya te contaré todo si quieres desde el principio, con pelos y señales, con representaciones gráficas y todo, pero por el momento confía en mí y en el destino y reza todo lo que sepas para que se acabe lo antes posible. Solo cuando eso ocurra podré estar relajada por fin y feliz.
-¿No eres feliz conmigo? - Me dice con algo de frustración en su voz.
-No he dicho eso. Claro que soy feliz contigo, pero no puedo estarlo con todos los problemas que tengo rondándome la cabeza. Sé más o menos quienes eran los que asaltaron a Anna y a Miki en el callejón, para quién trabajan, sé por qué lo hicieron. Raúl, tengo que estar con dos ojos mirando hacia delante y veinticinco por lo menos mirando hacia mis espaldas, estoy las 24 horas del día en alerta sabiendo que en cualquier momento pueden venir y hacerme algo. Tengo miendo, sobre todo desde anoche, cuando comprobé que son capaces de hacer daño con el fin de quitarnos del medio – Raúl me está mirando con una cara de “yo me he perdido algo y no me entero de ná”.
-¿Son capaces quienes? - Siento que se me están empezando a escapar las lágrimas de los ojos, pero no quiero que salgan pero no puedo controlarlas
-Gente, Raúl, gente mala, perversa con ganas de revancha y llenas de rencor que no dudan en hacer mal para sentirse ellos bien. -Caen las lágrimas por mis mejillas - Yo te juro que en cuanto me dejen te cuento todo
-Shhhh, no llores. Nada ni nadie merece que tus lágrimas salgan de su casa.
-Déjame llorar, lo necesito. Es que si tuvieras una ligera idea de lo que está pasando... ¡te irías por miedo! - Le digo entre suspiros. Me vuelve a abrazar. Este abrazo me tranquiliza muchísimo, creo que las lágrimas dejan de brotar de mis ojos – Tienes razón, nada ni nadie merece que yo esté así – Se levanta, coge un vaso de la cocina y abre el grifo para echar agua. Pero yo no quiero agua. Lo que necesito es olvidarme de todo por un rato y sé como.
-Bebe un poco de agua, te vendrá bien – Me tiende el vaso, lo cojo y lo pongo encima de la mesa. Me acerco a él y le agarro por la camisa.
-No quiero agua, quiero otra cosa y también me lo puedes dar tú. Necesito olvidarme de todo por un rato y hay una manera de hacerlo. - Mientras efectúo la frase le voy desabrochando los botones de la camisa y al terminar le beso efusivamente, un beso lleno de deseo. Ha pillado al vuelo lo que quería decirle. Mira hacia arriba. ¡Escaleras, no! Me pasa un brazo por los hombros y el otro baja a la parte trasera de mis rodillas haciendo que estas se flexiones y caiga todo mi peso en sus extremidades superiores. Mmmm, escaleras. Con que facilidad cambio de idea. Subimos y me tumba en la cama.
-¿Segura?
-Segurísima

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