sábado, 31 de diciembre de 2011

Capítulo 125


Suena mi móvil. ¿Dónde estará? Mierda, abajo. Me levanto corriendo y me voy poniendo por el camino la camisa de Raúl. Descuelgo el teléfono sin mirar quien es, da igual, ya me enteraré cuando lo coja.
-¿Diga?
-¿Te he despertado?
-¿Qué hora es?
-Casi las 10. te he despertado.
-No pasa nada.
-En 10 minutos paso a buscarte a casa de tu novio. Ya por fín, por mis huevos vamos a acabar con esto. Ya no tenemos la ayuda de la policía española. Ha venido personalmente el jefe de la policía superior de italia, los que están buscando a Andrea Vabaragio. Así que ya da el asunto por zanjado. Por narices tenemos que pillarle hoy, porque vienen a llevárselo, no a cogerle, para eso nosotros.
-Vale, vale, despacio, que no asimilo tanta información de golpe todavía. Me visto y te espero – Cuelgo y vuelvo a subir las escaleras para coger mi ropa. Raúl se gira en la cama y no notarme allí abre un ojo – Apoyo mis rodillas en la cama y me agacho para darle un beso – Buenos días señor de las bromas. Me tengo que ir. Luego te llamo. - Le doy otro beso, me quito su la camisa, tirándosela a la cara y cojo mi ropa del suelo – Voy a tener que traer algo mío para cuando me quede aquí – Digo mientras me meto en el cuarto de baño. Me visto con la misma ropa de ayer, me lavo la cara, me peino, que lo mío me cuesta, y voy hacia el salón.
-Y a dónde vas my princess – Me dice asomándose por la barandilla.
-No hables inglés, te irán mejor las cosas – Me río – Luego te llamo, quedamos para despedirme y te cuento. Ahora tengo prisa. - Le digo mientras bajo las escaleras. Él baja las escaleras en calzoncillos. - ¿Tienes frío? - Cojo la manta del sofá y se la tiro. La coge rápidamente y se la pone alrededor. - ¡Es que quien te manda a ti a salir así – Me vuelvo a reir y me abraza tiritando un poco. Mientras tanto me termino de beber el vaso de leche que me he preparado para desayunar. Ayer no cenamos y tengo hambre, pero no tengo tiempo para desayunar bien.
-¿Sólo eso vas a desayunar?
-Ya desayunaré algo por ahí. - Oigo el claxon de un coche – Me voy cuqui. Luego te llamo. - Le doy un beso, cojo el móvil, el abrigo y salgo por la puerta no sin antes comprobar que tengo la cartera y las llaves en el bolsillo. Bajo corriendo los cinco pisos de escaleras y cuando llego a la calle veo a Rivera con el coche parado delante del portal del edificio - ¿A dónde vamos?
-De excursión a pasar frío, ¿te hace la idea?
-No mucho
-Me da igual – Sabía que me iba a deir eso – Dani no se fue ayer al pueblo, se va hoy. Anoche se fue a una casa que tengo en el campo, en una parcela. Antes de ayer me enteré que el jardinero es socio de Andrea y se me ocurrió que así les podemos pillar. Se fue allí, y cuando llegue hoy el jardinero y le vea allí va a dar el aviso al jefe. ¿Qué van a hacer? Está claro, ir a por él, sabes que no se dejan nada a medias. Pero para cuando ellos lleguen ya estamos nosotros dentro de la casa con la policía italiana esperando a que lleguen. Vale que otra vez nos estamos basando en un supuesto de lo que van a creerse o no, pero la otra vez salió bien y pensé que esta vez no tiene por qué salir mal, esta vez va a salir mejor. Lo aseguro. - Se sujeta algo en la oreja - ¿Ha dado el aviso?...Nosotros ya vamos para allá. Confío en vosotros y que no nos la vais a liar como nos la liaron el otro día. Primero llegamos nosotros para impedirle que de el aviso y luego vosotros...exacto.Suerte.
-¿Con quien hablabas?
-Con Marco Sidelli, el jefe de la policía italiana. - No volvemos a hablar hasta que llegamos. La casa es preciosa, no es muy grande pero tiene un jardín supercuidado. Su buen trabajo le costará al jardinero. - ¿Te gusta? Pues todo el mérito lo tiene ese traidor con el que nos vamos a encontrar ahora. - Me dice susurrando. - Vamos por la puerta de la cocina, que está abierta siempre, no soy capaz de que se cierre. - Vamos rodeando la casa hasta que llegamos a la puerta abre la puerta cuidadosamente sin hacer ruido y penetramos en la casa – Toma – Me tiende una pistola – Ten cuidado – “Ten cuidado” igual a “está cargada” seguro. Oigo una voz procedente de las salas. Sigo a Rivera hasta una gran sala que parece un salón comedor nos asomamos y exactamente. Está allí el jardinero de pie con Dani y Lara sentados cada uno en una silla atados a estas con cinta adhesiva y con lo mismo en la boca. ¡Madre para quitar eso! Observo a los dos. Dani tiene gesto de impaciencia, que tardamos mucho en hacer algo y Lara... pobrecilla, está asustadísima, la hemos metido en esto así por las buenas. Me ve y me mira. Le hago un gesto para que esté quieta pero el jardinero ya se ha dado cuenta que está mirando algo. Se da la vuelta y casi no nos da tiempo a Arturo y a mí de escondernos para no ser vistos. Oigo a Lara reir por debajo de la cinta.
-¿A si que riendote? – Levanta la mano y le da un guantazo. Dani cierra los ojos, no soporta ver eso - A ver si te ríes ahora, guapa. - Miro a Rivera ¿donde está? Ahí viene guardándose algo dentro de la chaqueta. Me hace un gesto para que no le siga. Entra y se pone detrás de el jardinero. Último vistazo a los chicos. Dani sigue con cara más tranquila, ya no tan impaciente; ella está llorando.
-¿A tí no te han dicho nunca tus padre cuando eras pequeño que es de muy mala educación secuestrar a gente y atarla como si fueran animales? -Me hace un gesto para que entre. Se gira y tarda más en girarse que en tener la pistola de Rivera en la garganta. Cuando se gira quedo yo a su espalda, a mi creo que no me ha visto. Mientras pasaba al lado de Rivera me ha dado unas tijeras con el que empiezo ahora a cortar la cinta con la que están atados – Un solo paso en vano y tu cabeza sale por los aires. Luego me tocará limpiar a mí pero me da igual. - En ese momento oigo varios coches cerrarse en el jardín - Patricia, trae la cinta adhesiva, encima de la mesa está.

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