-¿Cómo
estarán los dos “policías”? - Dice Anna tras terminar de
contarla una a una todas las peripecias de por la mañana - ¿Habrán
atrapado ya a los italianos?
-No creo, me
hubieran llamado. Pero les voy a llamar, por lo que pueda pasar, que
nunca se sabe, eso te lo aseguro yo. Puede pasar de todo en el
momento que menos piensas – Aparece Miki en la puerta. Está en el
pasillo, apollado en el marco con la cabeza asomada por la puerta
entreabierta.
-Anna,
cariño, como está Patri aquí, me voy con Raúl a la cafetería a
comer, que hay hambre. Dice que luego sube él a verte.
-Vale, vale,
que aproveche.
-¡Miki! - Le
digo antes de que se vaya - Dile a Raúl que me suba un bocadillo o
algo para comer, que yo también tengo hambre, yo también soy
persona y como. - Ríe y me hace un gesto de afirmación con la mano
y se va. Oigo sus pisadas por el pasillo. Cojo el teléfono móvil y
marco el número de Nacho, el que encuentro primero en el registro
de llamadas salientes recientes. Suelo mirar ahí en vez de en la
agenda cuando me acuerdo que he hablado recientemente con quien voy a
llamar. Marco, un tono, otro tono.
-¿Hola
Patri?
-¿Como ha
acabado el control policial? - Le digo sonriendo y creo que lo nota
porque se ríe, pero para pronto.
-Se ha vuelto
a escapar. ¿Y mi hermano? - Dice serio
-Al Martínez
grande le guardé a buen recaudo en casa de David y Mónica, por la
hora que es y conociendo a Moni, sobre todo me da a mi que le habrán
dicho que se quede a comer, lo más probable, yo estoy con Annita en
el hospital ayudándola con la comida. - Suspira, esos suspiros que
los llamo yo minirisas porque normalmente se dan cuando se va a
empezar a reir o cuando algo te ha hecho gracia pero no es para reir
del todo.
-¿Con Anna?
¿Se puede poner al teléfono? Quiero hablar con ella ya que no subí
esta mañana a verla – Le tiendo el teléfono a Anna para que hable
con Nacho.
-¡¡MiniMartínez!!
¿Qué tal muchacho?¡Cuanto tiempo sin hablar contigo!- Pongo oído,
a veces el volumen del teléfono está alto y si no hay mucho ruido
alrededor se escucha lo que están hablando. Se pone y se quita solo
Tengo que cambiar de móvil ya.
-¿De qué
buen humor estás, no, cuqui?
-Hay que
mirar el lado bueno de las cosas.
-¿Y aquí
qué es bueno? Porque yo no lo veo para nada – Dice Nacho creo que
con un tono extrañado – No sé qué puede tener de bueno que estés
en el hospital después de haber tenido un accidente que ha impedido
que se aumente la familia en unos meses. - Anna se ríe levemente,
pero se ríe.
-¿Que qué
hay de bueno quieres que te diga? Estoy viva, Nacho. Yo creo que ese
es motivo suficientemente grande como para estar alegre. Por unos
momentos, mientras me empujaban, pasaron por mi mente todos los
buenos momentos que he tenido en mi vida, incluso algunos de los que
no me acordaba anteriormente. Por unos momentos pensé que os íbais
a quedar sin cuqui. Os juro que pensé eso. Además, quizá si no
hubiese estado esta mañana con Dani un ratito riéndome con él
tampoco creo que yo estuviera ahora así de contenta, dentro de lo
que cabe.
-¿Y Dani qué
tiene que ver aquí?
-Que me ha
alegrado mucho poder estar con él. Sabes que me conoce muy bien y
siempre sabe qué decir o hacer para sacarme una sonrisa, aunque las
situaciones sean como las de hoy, que parece que estar en un sitio
como éste impide el humor. No lo impide, al contrario, se agradece.
Se agradece tener al lado en un momento como este en el que lo peor
de todo es que la criatura que enjendrabas ya no está, un poco de
alegría y que te amenen el tiempo, como hizo Dani el ratito que
estuvo aquí esta mañana. Su visita me ayudó a sobreponerme yo
sola, además que le prometí un día que, delante de él, no iba a
estar triste, por eso me inventé que no me acordaba de lo de mi
embarazo, para eso y para que no se preocupase por eso, que seguro
que te lo ha dicho.
-Sí, es lo
primero que me dijo.
-Lo suponía.
Pues fue por eso, en realidad durante ese rato, entre risas y dolores
míos de costillas no me acordé, en teoría es verdad. Luego,ya vino
Miki y... bueno todo se tornó diferente.
-¿Por qué?
- Ya se ha bajado un poco el volumen, a acercarse. Me acerco al
teléfono.
-Pues porque
Miki es diferente, se preocupa demasiado. Solo está mal porque yo
estoy aquí, porque me he hecho daño, porque tengo agujas en el
brazo que no tengo la escayola y puntos en un lado de la frente. No
se fija que estoy viva, que podemos estar hablando con normalidad,
que mañana vuelvo a casa si todo sigue así de bien. Y es que no
sabes eso lo que frusta; que tú estás ahí venga intentando, venga
intentarlo pensar en cosas buenas para no deprimirte y que esté
alguien quejándose de todo.
-Me imagino.
-No Nacho, no
te lo imaginas. No tienes una ligera idea de qué es estar con una
persona que continuamente está: “si no hubiésemos ido a esa cena
no estaríamos aquí” “si nos hubiésemos quedado en casa viendo
una peli de estas americanas de Navidad estaríamos en perfectamente
en el sofá” “si yo hubiera sido capaz de defenderte en aquel
callejón...” - Dice Anna medio imitando a Miki – y encima
prohibe a Dani que venga a visitarme. Esto si que no lo entiendo.
¿Qué hay de malo en que un amigo, que mi compañero de curro venga
a verme? - Me da por levantar la mirada hacia la puerta de la
habitación en la que estamos. ¡Ay, la virgen! Le doy un pequeño
golpe a Anna en el brazo con el que está sujetando el teléfono. -
¡Ay! ¿Qué haces? - Ella también se queda mirando la puerta cuando
alza la vista, al igual que yo. - Ya hablamos. - Cuelga
No hay comentarios:
Publicar un comentario