sábado, 31 de diciembre de 2011

Capítulo 121


-¿Cómo estarán los dos “policías”? - Dice Anna tras terminar de contarla una a una todas las peripecias de por la mañana - ¿Habrán atrapado ya a los italianos?
-No creo, me hubieran llamado. Pero les voy a llamar, por lo que pueda pasar, que nunca se sabe, eso te lo aseguro yo. Puede pasar de todo en el momento que menos piensas – Aparece Miki en la puerta. Está en el pasillo, apollado en el marco con la cabeza asomada por la puerta entreabierta.
-Anna, cariño, como está Patri aquí, me voy con Raúl a la cafetería a comer, que hay hambre. Dice que luego sube él a verte.
-Vale, vale, que aproveche.
-¡Miki! - Le digo antes de que se vaya - Dile a Raúl que me suba un bocadillo o algo para comer, que yo también tengo hambre, yo también soy persona y como. - Ríe y me hace un gesto de afirmación con la mano y se va. Oigo sus pisadas por el pasillo. Cojo el teléfono móvil y marco el número de Nacho, el que encuentro primero en el registro de llamadas salientes recientes. Suelo mirar ahí en vez de en la agenda cuando me acuerdo que he hablado recientemente con quien voy a llamar. Marco, un tono, otro tono.
-¿Hola Patri?
-¿Como ha acabado el control policial? - Le digo sonriendo y creo que lo nota porque se ríe, pero para pronto.
-Se ha vuelto a escapar. ¿Y mi hermano? - Dice serio
-Al Martínez grande le guardé a buen recaudo en casa de David y Mónica, por la hora que es y conociendo a Moni, sobre todo me da a mi que le habrán dicho que se quede a comer, lo más probable, yo estoy con Annita en el hospital ayudándola con la comida. - Suspira, esos suspiros que los llamo yo minirisas porque normalmente se dan cuando se va a empezar a reir o cuando algo te ha hecho gracia pero no es para reir del todo.
-¿Con Anna? ¿Se puede poner al teléfono? Quiero hablar con ella ya que no subí esta mañana a verla – Le tiendo el teléfono a Anna para que hable con Nacho.
-¡¡MiniMartínez!! ¿Qué tal muchacho?¡Cuanto tiempo sin hablar contigo!- Pongo oído, a veces el volumen del teléfono está alto y si no hay mucho ruido alrededor se escucha lo que están hablando. Se pone y se quita solo Tengo que cambiar de móvil ya.
-¿De qué buen humor estás, no, cuqui?
-Hay que mirar el lado bueno de las cosas.
-¿Y aquí qué es bueno? Porque yo no lo veo para nada – Dice Nacho creo que con un tono extrañado – No sé qué puede tener de bueno que estés en el hospital después de haber tenido un accidente que ha impedido que se aumente la familia en unos meses. - Anna se ríe levemente, pero se ríe.
-¿Que qué hay de bueno quieres que te diga? Estoy viva, Nacho. Yo creo que ese es motivo suficientemente grande como para estar alegre. Por unos momentos, mientras me empujaban, pasaron por mi mente todos los buenos momentos que he tenido en mi vida, incluso algunos de los que no me acordaba anteriormente. Por unos momentos pensé que os íbais a quedar sin cuqui. Os juro que pensé eso. Además, quizá si no hubiese estado esta mañana con Dani un ratito riéndome con él tampoco creo que yo estuviera ahora así de contenta, dentro de lo que cabe.
-¿Y Dani qué tiene que ver aquí?
-Que me ha alegrado mucho poder estar con él. Sabes que me conoce muy bien y siempre sabe qué decir o hacer para sacarme una sonrisa, aunque las situaciones sean como las de hoy, que parece que estar en un sitio como éste impide el humor. No lo impide, al contrario, se agradece. Se agradece tener al lado en un momento como este en el que lo peor de todo es que la criatura que enjendrabas ya no está, un poco de alegría y que te amenen el tiempo, como hizo Dani el ratito que estuvo aquí esta mañana. Su visita me ayudó a sobreponerme yo sola, además que le prometí un día que, delante de él, no iba a estar triste, por eso me inventé que no me acordaba de lo de mi embarazo, para eso y para que no se preocupase por eso, que seguro que te lo ha dicho.
-Sí, es lo primero que me dijo.
-Lo suponía. Pues fue por eso, en realidad durante ese rato, entre risas y dolores míos de costillas no me acordé, en teoría es verdad. Luego,ya vino Miki y... bueno todo se tornó diferente.
-¿Por qué? - Ya se ha bajado un poco el volumen, a acercarse. Me acerco al teléfono.
-Pues porque Miki es diferente, se preocupa demasiado. Solo está mal porque yo estoy aquí, porque me he hecho daño, porque tengo agujas en el brazo que no tengo la escayola y puntos en un lado de la frente. No se fija que estoy viva, que podemos estar hablando con normalidad, que mañana vuelvo a casa si todo sigue así de bien. Y es que no sabes eso lo que frusta; que tú estás ahí venga intentando, venga intentarlo pensar en cosas buenas para no deprimirte y que esté alguien quejándose de todo.
-Me imagino.
-No Nacho, no te lo imaginas. No tienes una ligera idea de qué es estar con una persona que continuamente está: “si no hubiésemos ido a esa cena no estaríamos aquí” “si nos hubiésemos quedado en casa viendo una peli de estas americanas de Navidad estaríamos en perfectamente en el sofá” “si yo hubiera sido capaz de defenderte en aquel callejón...” - Dice Anna medio imitando a Miki – y encima prohibe a Dani que venga a visitarme. Esto si que no lo entiendo. ¿Qué hay de malo en que un amigo, que mi compañero de curro venga a verme? - Me da por levantar la mirada hacia la puerta de la habitación en la que estamos. ¡Ay, la virgen! Le doy un pequeño golpe a Anna en el brazo con el que está sujetando el teléfono. - ¡Ay! ¿Qué haces? - Ella también se queda mirando la puerta cuando alza la vista, al igual que yo. - Ya hablamos. - Cuelga

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