sábado, 21 de abril de 2012

Capítulo 195


2 de Agosto, de camino a Bilbao. En el coche de Dani, él, Raúl, Hiba y yo. Por suerte el problema de Hiba se quedó solamente en un susto; no está fuera de peligro completamente pero tiene algo más de lo que se puede llamar libertad. Eso sí, viene con nosotros por motivo y órden médicos, el ginecólogo le ha dicho que le vendría bien el ambiente marítimo, ¿por qué? No lo se, porque por relajación, en la época del año en la que estamos, hay poca en una ciudad de playa, aunque la playa no la pisemos. De todas formas, como Aitana supongo que conocerá bien la ciudad alguna pequeña cala a la que nos pueda llevar. No creo que Mónica y David vengan porque a ella le molestan mucho los viajes con el embarazo tan adelantado Ya les llamaré luego para que me digan el número de Aitana, a ver si ella está en Bilbao o en Madrid, que por cierto, tengo yo entendido que va a ser ella la madrina del niño de Mónica. Y de embarazos va la cosa. Ayer estuve hablando con Anna, que dice que le gustaría intentarlo otra vez, a ver que pasa aquí al final, ya no hay italianos
-Chicas, aquí comunicación vía whatsapp a ratos cuando llega conexión. Que me dicen que paremos a desayunar. ¿Qué decís? - Dice Raúl con el Iphone en la mano.
-Sí, será mejor, además necesito estirar ya las piernas y... pis
-¡Muchacha, pero si fuiste al baño antes de salir de Madrid y no llevamos ni una hora! - Le dice Dani a Hiba riendo
-Gajes de la situación. Como no eres mujer nunca llegarás a saber qué es eso. En realidad sí, cuando estés con la próstata. - Digo yo riendo también. Llegamos a un área de servicio y allí paramos todos: nosotros cuatro en un coche y en el otro coche, el de Miki, él, Anna y Juange, que se han apuntado al viaje. Nacho y Cris van en moto, un poco por libre porque ellos van allí mañana directamente desde otro sitio, nosotros les llevamos las maletas. Mientras Hiba está en el baño nosotros vamos cogiendo mesa para desayunar. Desayunamos todos rápido y volvemos a la carretera, ahora el que conduce es Raúl.
-Si me permitís voy a echarme una cabezadita. Anoche llegué tarde a casa y haberse tenido que levantar a las 6 de la mañana afecta.
-Vale, vale. Nosotros te avisamos si roncas. - Sonríe y nosotras nos reímos. Al momento creo que ya se ha dormido. - Hiba, ¿me puedes contar algo de tu familia? Nunca hablas de ella.
-Claro, así nos entretenemos, que Raúl conduciendo es como autista.
-Rusita, que te oigo.
-Claro tú oyes lo que quieres, - sonríe. - Yo a lo mío, a contar la historia.
-Sí, venga, la historia del soldado, la bailarina y las seis hijas. - Se ríe. - Yo escucho
-Mira, ya le ha puesto título a la historia. Pues sí, algo así podría ser el tema principal. Es una historia larga y se remonta a muchos años. Mi familia es de tradición militar, el primer hijo varón va a la escuela militar, y el primer varón de éste y así sucesivamente. El que sufrió las consecuencias de esta tradición, sin duda, fue mi abuelo Mijail.
-¿Le pillaría la Guerra Mundial, no?
-Sí, pero era pequeño, no es por eso. Mi abuelo era hijo único de un soldado que participó en la Guerra Civil rusa en el bando de los bolcheviques y esa guerra provocó su ascenso progresivo. En un par de años, su padre, pasó de ser soldado de a pie a comandante. Cuando Stalin llegó al gobierno de Rusia y se hizo con el poder totalitario todo el ejército tuvo que someterse a él, jurarle fidelidad y esas cosas que se hacen con un dictador. Con el paso del tiempo a Stalin empezó a entrarle miedo de que el ejército pudiese hacerle un golpe de estado y empezó a deshacerse de los dirigentes, entre ellos a mi bisabuelo, en 1927, quedando a su mujer embarazada de mi abuelo. Tres meses después nació mi abuelo que cuando cumplió 15 años entró en la escuela militar y a los 18 ya estaba en el ejército, recién finalizada la II Guerra Mundial. Unos años después se enamoró de una chica cinco años más pequeña que él, Alyosha, que conoció en Moscú, hija de la cocinera del cuartel, de la que nadie sabía quien era el padre, las malas lengua decían que era el propio Stalin. Cuando ella cumplió la mayoría de edad se casaron en Petrogrado, que ahora en Europa se le conoce como San Petersburgo, pero en Rusia hay gente que le sigue diciendo Petrogrado, donde estaba él. Cuando nació mi padre, él tenía 32 años y hacía un par de años que Stalin había muerto. Mi padre también entró en la escuela militar, pero él a los 12 años, sobre todo para asegurarse los estudios. A los 18 años, en un viaje militar a Turquía, en un día que tuvieron libre los soldados fueron unos cuantos a algo como un cabaret, que se llamaba en Europa, y se enamoró de Leia, se enamoró no, imposible, se encaprichó. Aprovechó su título de soldado ruso y con ayuda de sus compañeros consiguió llegar hasta ella y la intentó camelar pero no pudo. A la mañana siguiente se enteró quienes eran sus padres. Su padre era un empresario musulmán muy aferrado a la religión y pensó que solo había una forma de conseguir a la chica, ¿como hacer para poder quedarte con una chica musulmana sin ser tú musulmán?
-¿Quedándola embarazada?
-Exactamente. Le mandó una nota diciéndole que necesitaba su ayuda para un problema que tenía citándola en un lugar a las afueras de la ciudad, como pretexto, que no le podía ver nadie de su ejército y que le andaban buscando. Ella fue al lugar citado y... bueno, que voy a decir más. Cuando el padre de ella se enteró de que su hija estaba embarazada y ella le dijo quien era la echó de casa y la llevaron a San Petesburgo a buscarlo. Su padre les obligó a casarse aunque fuese por el método ortodoxo y se fue, nunca quisieron volver a saber nada de ella, ni siquiera sé si saben que está muerta. Unos meses después nació mi hermana Anastasia y ahí comenzó la racha. Tres años después Alexandra, dos más tarde yo, cinco Iryna, otros cuatro Lesja y cinco después Katrina. Ahí se le perdieron las esperanzas a mi padre de tener el hijo varón pero en 2001 por fin nació el varón, Vladimir. Pero no se por qué me da a mí, que mi padre no es el verdadero padre de Vladimir porque todas nosotras somos morenas y él es más bien rubio.
-¿Os lleváis?
-19 años.
-Ya son años...
-Ya ves.

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