viernes, 29 de julio de 2011

Capítulo 21

Llego al portal, abro la puerta. Estoy subiendo en el ascensor y miro el reloj, las 10 y media de la noche, dudo que Dani esté en casa, probablemente se haya ido con sus amigos a cenar o de copas o algo. Llego a casa, abro la puerta la luz del salón está encendida y oigo la televisión, un partido de baloncesto, supongo

- Hola ¿Te vas a ir? - Le digo mientras dejo las llaves en la mesa de la entrada

- No tengo idea, pero si te molesto en casa me lo dices y me largo – dice con una voz monótona y vasta. Llego al salón, Dani está con el pijama puesto, si le llego a ver antes no le pregunto. Se dispone a levantarse del sofá. Sigue molesto conmigo

- No Dani, quiero que te quedes aquí, quiero hablar contigo, necesito que quedemos las cosas claras y que ya no haya entre nosotros ni malos entendidos ni... - Me quedo callada durante unos segundos – mentiras – Tras decir eso Dani se quedó quieto sin moverse. Después se sentó y miró otra vez la televisión

- Yo no tengo nada que hablar contigo, y si tuviera algo que decir no quiero hacerlo ahora o cuando a ti te de la gana. Los demás no dependemos solamente de ti

- ¡Dani, llevas todo el día rarísimo, ¿se puede saber que cojones te pasa?! - Dani ni siquiera me mira, hace como que no le he dicho absolutamente nada. Voy hacia la tele, la apago y me quedo delante de ella mirando hacia el sofá con los brazos cruzados como madre regañando a su hijo adolescente que no quiere ponerse a estudiar historia – Te estoy hablando Daniel, y además te estoy hablando seriamente, tenemos una conversación pendiente para hablar de lo ocurrido, de lo que ocurre e incluso de lo que va a ocurrir. Yo te tengo que aclarar un par de cosas y tu otras tantas a mí también – Siento que me mira la muñeca, sí, me ha mirado porque está sonriendo. Quita los cojines del sofá y me hace un gesto para que me siente – ¿Y la cena?

- Acabo de pedir unas pizzas – Me sigue sin mirar mas arriba de mi regazo donde tengo apoyadas las manos – De qué quieres hablar

- Dani, de verdad crees que corro tanto peligro por querer ayudaros en la investigación, yo no creo que sea tan peligroso como dices. Se que voy a tener que andar por unos caminos y un mundo por el que nunca pensé que iba a aparecer pero estoy dispuesta a hacer cuanto sea necesario para ayudaros. Rivera dice que solo hay que saber actuar y saber tratar a gente como Vasile. Solo tengo que convencerle de que me hable de Andrea Vabaragio.

- ¿Y qué tendrás que hacer tu a cambio de que él te diga lo que quieres oir? Es capaz de...

- ¡DANI! Tu no pienses ahora en eso. Creo que soy mayorcita para saberme defender ante determinadas situaciones y, aunque ahora no sé como, seguro que en ese momento lo sabría por el simple hecho de tener un instinto de supervivencia. No te preocupes, sabes que yo no me dejo comer la cabeza por cualquiera y lo que haga será porque yo quiera, no porque nadie me mande hacerlo. – Dani me mira y me abraza. Me abraza fuerte, no me quiere soltar. Me abraza como un bebé koala a su mamá para subir a los árboles. Noto su cuerpo en el mío y sus manos recorriendo mi espalda

- Prométeme que aunque vayas a hacerlo te vas a cuidar, que no vas a dejar que nadie ni nada te obligue a hacer nada que tu no quieras – Me sigue abrazando. Al final creo que Rivera va a tener razón, que Dani me quiere y no solo como amiga.
- Sí, no lo dudes – Suena el telefonillo – Las pizzas Dani

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