Capitulo 4

- ¿Dani, que se supone que es es? ¿para mi no, verdad? - ¡Una pulsera!, pero no de las normales, no, ¡de las buenas de joyería!
- Sí, es para ti, ya te he dicho antes que es tu regalo de cumpleaños
- Esto es demasiado. ¿No se te habrá ocurrido gastarte mucho dinero, no?
- ¡Ui, que bonita la lámpara! Y ¡las paredes, que blanco más perfecto!
- No me cambies de tema, ¿No te has gastado mucho en el regalo, verdad?
- Eso no se dice. Vámonos
- Quiero que me lo digas
- Vamos – Dani ya sale por la puerta
Pregunta tonta por dos motivos. 1, se que no me lo va a decir y 2, como sean esmeraldas de verdad... baratas ellas solas no son. Las cosas hay que reconocerlas, gusto tiene. La pulsera es preciosa, finita, elegante con pequeñas incrustaciones de esmeraldas y... ¿diamantes? ¡se ha tenido que gastar un pastón en ella! Esto se lo tengo que amortizar de alguna forma. Estamos en el coche yendo a casa. Giro la cabeza. Veo a Dani con una mano en el volante y la otra en los riñones.
- ¿Te duele?
- ¿Tú que crees? - me dice un poco irritado.
- ¡De qué mal humor se ponen algunos cuando les duele algo! - me quejo, desde luego no me gusta que me hable así y luego me quejo yo de lo que sea y ya estamos con las risitas.
- Yo también tengo que aguantar días tuyos
¡Y ahora esto! ¿Pero de qué va? Llegamos a casa, por fin, a descansar. Dani suelta las llaves del coche en la mesilla que hay en la entrada y se larga a su habitación. Yo me siento en el salón después de coger un vaso de agua de la cocina. Pasa un rato, y me decido ir a hablar con Dani. No soporto que esté así. Llamo a la puerta
- ¿Dani?
- Déjame solo
No aguanto más. Voy a llamar a Anna. Le conoce tan bien como yo. Busco en la agenda el número de teléfono de Anna y la llamo. Pi... pi.... Al tercer toque me lo coge
- Diga?
- Annita, soy Patri, ¿te acuerdas de mi?
- Sí, claro, la compañera de piso de Dani. ¿Qué pasa?
- ¿Podrías venir a mi casa un momento? Necesito hablar contigo. Vamos, si no tienes nada que hacer.
- Claro, me cambio y ahora voy para allá